LA PESTE 10-05-2024
Quo usque
tándem abutere patienta nostra? (¿Hasta cuándo abusarás de
nuestra paciencia?). Esta es la famosa pregunta que el senador romano Marco
Tulio Cicerón formulaba al traidor Catilina ante el Senado para denunciar su
traición a Roma, un día de noviembre del año 63 a. C. Dos milenios y pico
después, hoy resulta más que oportuna la pregunta que, legítimamente, puede
formular la ciudadanía española a su clase política tras comprobar día sí y otro también la degradación progresiva del debate público en
estos tiempos , degradación acelerada por efecto de una perversa
desinformación, un fenómeno fabricado, construido a base de falsedades, maledicencia y
populismo, y que es una mezcla letal para las democracias.
Es la peste del siglo XXI, que
amenaza al mundo occidental y ha infectado por supuesto también a España.Las
mentiras descaradas en el discurso político no tienen ningún reproche social; el insulto es moneda corriente ;las injurias son
pura grosería y vulgaridad despreciables, incluso en sede parlamentaria con
Madrid como territorio de avanzadilla pero sin descartar la contaminación inminente
a los demás.
Y aunque desde el periodismo veraz
que queda , desde el mundo de la cultura
y la universidad hace tiempo que se viene dando la voz de alarma sobre los efectos
envilecedores y perversos de la desinformación lo hacen siempre por detrás y a
remolque de las grandes plataformas como
las empresas tecnológicas y los recursos de la industria de la desinformación,
que han adquirido ya una envergadura imponente al servicio de quien las paga ,sus
amos.
Pero , cuidado, no es sólo cuestión
de tecnología. Es la sociedad misma la que ha cambiado y también sus valores,
contagiada por esta peste que afecta a
adolescentes y adultos, acosa y violenta a las mujeres, abandona y
humilla a los más vulnerables y lo pervierte todo. Como consecuencia de ello,
aumentan los comportamientos antisociales, comportamientos racistas, y emergen las
manadas de diversas edades y territorios.
La peste está aquí. Ya ha llegado.
Tenemos el resultado indeseado de este desarme ético que se evidencia por parte
de las sociedades democráticas ante los cambios vertiginosos del mundo digital.
Le llamamos “trumpismo” en la política y tenemos múltiples ejemplos,
incluida la propia sociedad norteamericana que corre el riesgo de repetir el
esperpento. Sí, estamos locos.
Es a nuestra salud mental a la que
ataca directamente esta peste del siglo XXI, la desinformación que viene
preñada de maledicencias y violencias. “La
mentira os hará libres”, ironizó Fernando Vallespín en un libro de mirada temprana para referirse a una forma
de hacer política sin el menor respeto a
la verdad. Son tantos y tan sofisticados los mecanismos para hacer una mentira creíble que
lo de menos es su verosimilitud. Es evidente que, con la radicalización
política propia de los nuevos tiempos y una dialéctica grosera y violenta entre
quienes nos representan, los valores democráticos que en España costaron sangre
pueden verse seriamente devaluados
Aún así sigue habiendo una mayoría
escasilla que quiere defender el respeto mutuo en las relaciones entre
diferentes; valores imprescindibles que preceden al acuerdo como base de toda
convivencia. Dice el psiquiatra Enrique Rojas que para ser feliz hay que tener
buena salud y mala memoria. Y aunque la frasecita bien merece otro picotazo soy
de la generación que escuchó a sus mayores decir que bajo los adoquines estaba
la playa y que hay que soñar con la utopía para ser realista. Seamos ,
pues , realistas. Pidamos lo imposible.
Por ahora. Buenas tardes
Enrique Monterroso Madueño
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