ERROR DE TIRO 23-02-2024
A la vista de las movilizaciones del campo que estamos viendo resulta
más que evidente que las políticas agrarias no son nada satisfactorias para agricultores
y ganaderos de este país , sobre todo para los pequeños que son la mayoría. Dentro del rosario de
quejas existe coincidencia en señalar que la competencia con productos de terceros países es uno de los problemas que mejor se ve como
perjudicial para los nuestros y que ,por tanto, es necesario hincarle el diente
hasta donde se pueda. Pero, ¿es suficiente con señalar, así en genérico, esta
competencia desleal? ¿Se acierta apuntando solo a las administraciones? Tenemos
un elefante en la habitación.
Consultando Internet se puede saber con datos- no con suposiciones
de fogueo- que la agricultura y la
alimentación son los sectores económicos donde mayor concentración de grandes corporaciones
hay en todos los puntos de la cadena. Vale la pena conocer las cifras. Escuchen : a nivel mundial, solo seis empresas que controlan el 58% del mercado de
semillas; otras seis, el 78% del mercado de agroquímicos; diez empresas
controlan el 38% del mercado de
fertilizantes; sólo seis, el 50% del mercado de maquinaria agrícola; otras seis,
el 72% del mercado farmacéutico para animales; atención, solo cuatro empresas
controlan el 90% del comercio mundial de
cereales y leguminosas; y, finalmente, diez supermercados controlan el 11% del
gasto mundial del consumo alimentario, cifra que en el Estado español es mucho
más alta, ya que las tres principales cadenas (Mercadona, Carrefour y Lidl)
alcanzan nada menos que el 41%. Estos datos están tomados del Informe Quién
inclina la balanza del Panel Internacional de Expertos en sistemas alimentarios
citados a su vez por el científico español Gustavo Duch.
Es obvio que en cada eslabón de la cadena estas pocas empresas
juegan con mucha ventaja frente al resto de actores, disponiendo de un poder que les permite, entre otras cosas, manejar
a su antojo los costes de producción, los
precios de los productos comprando a cuatro años por ejemplo y manejar las
relaciones comerciales como un depredador se relaciona con su presa.
Pero no solo eso. Su capacidad económica les permite armar lobbies para
meter presión directamente a legisladores de cada país hasta el punto que en los últimos años su
influencia sobre la regulación de los acuerdos comerciales internacionales,
regionales sean lo normal y eso hace
posible que muchos alimentos, tras recorrer miles de
kilómetros y atravesando fronteras, aparezcan en cualquier frutería de barrio. Repito,
han conseguido con su poder que esto sea lo normal, no lo excepcional o casos
aislados. ¿ Quién se beneficia de estas importaciones? Pues son muy pocas multinacionales,
también españolas, las que se encuentran detrás de las muchas verduras y frutas
que llegan de fuera generando esa competencia desleal que denuncian las
recientes movilizaciones. Es el caso de la mayor productora española de fresas,
afincada en Huelva, (donde estos cultivos van asociados tanto a la explotación laboral como al abuso de agua de
boca) y que es una de las principales compañías que están expandiendo la
producción de frutos rojos fuera de España.
Y si nos paramos a analizar quiénes son los dueños de estas
empresas, descubriremos que, si queremos frenar estas competencias, debemos
dejar de hablar de productores de “otros países” para hablar de fondos de
inversión. De capital. De capitalismo. De manera que la tractorada yerra el
tiro cuando dirige su maquinaria pesada hacia Ferraz; mucho más certero sería si la
dirigieran hacia la Banca o la Bolsa que
es donde está la vida.
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