FABRICANTES DE ODIO 16-06-2023
Me contaba una
excelente amiga, que en un establecimiento de la ciudad dedicado al cuidado de
pies , uñas etc al que acudió como usuaria fue testigo de cómo un grupo de
señoras clientas que allí se encontraban se permitían como entretenimiento el poner
verde al gobierno de la nación, juego en el que cada interviniente trataba de
superar a la otra a base de calificaciones lapidarias hacia el presidente sin emplear para ello en ningún
momento ni una sola razón o argumento basado en datos respecto de la gestión
llevada a cabo por el mismo en estos años de legislatura como para merecer los
improperios. Trató de Intervenir en tal coro de juicios baratos mi confidente y
amiga para llamarles la atención sobre la necesidad de basar tales juicios de
valor y descalificaciones en hechos ciertos, en datos objetivos y públicos que
se pudieran contrastar, lo que solo consiguió excitar aún más a las
contertulias .
No sé cómo
terminó la cosa pues mi amiga abandonó
la trifulca en el momento en que comprobó que clientas y usuarias perdían el
juicio y se disponían a mostrar sus uñas ( nunca mejor dicho), no ya a la
trabajadora del ramo que asistía enmudecida ,sino a la persona que había tenido
la osadía de pensar y hablar de forma diferente a las suyas llevándoles la contraria y tratando de introducir algo tan difícil como la
cordura.
Constato de un
tiempo a esta parte la confusión existente en el empleo de la palara opinión
cuando, las más delas veces, lo que escuchamos son juicios sumarísimos y valoraciones
sin base alguna, eslóganes lapidarios empleados como si de opiniones se
trataran. En general se opina poco; a lo que asistimos ahora es a un concierto de descalificaciones
de enjuciamientos y de condenas sin
probatura alguna, lo cual no puede considerarse una opinión sino una imposición
de lo que muchas personas entienden como cierto sin prueba alguna. De entrada,
para opinar hay que estar bien informado / a y eso, en os tiempos que corren es mucho pedir dadas las fuentes empleadas que
vienen compitiendo entre sí en crear más confusión y en generar odio si es
posible que suele ser su objetivo.
Un estratega
estadounidense del pasado siglo , Arthur Finkelstein ,utilizaba y recomendaba
con éxito una receta magistral para
ganar elecciones: inocular el odio en el votante. Muchos dirigentes mundiales
confiaron en el y en su formula mágica y efectiva: ataca sin piedad a tu contrincante, y
conviértelo en alguien tan digno de odio que sus propios simpatizantes optarán
por abstenerse. Haz de él un enemigo, un peligro para todos. Utilizaba
Finkelstein para ello una poderosa herramienta dialéctica para arremeter contra
los principios ideológicos del adversario: convertir sus ideales en insultos a
fuerza de repetirlos con desprecio una y otra vez. En realidad esta fórmula ya
la había inventado el ministro de propaganda de Hitler, Goebels .
Finkelstein
dejó a sus clientes tan plenamente satisfechos que terminó inspirando una forma de hacer política que ha
dejado huella. Y lo más preocupante: ha encontrado un enorme margen de mejora
gracias a las infinitas posibilidades que ofrecen las redes sociales para que
los debates de ideas y programas quedan enterrados en el lodo y el móvil de la
política quede bajo el influjo de los instintos, de las bajas pasiones o de las
emociones, entre las cuales se encuentra el odio .
Exactamente eso
es a lo que estamos asistiendo tanto en la pasada campaña y en el arranque de
la inminente del 23 de Julio, a la proliferación de pseudoopiniones ,ácidas y cargadas
de odio, repetidas hasta la saciedad a
modo de exabruptos hacia los adversarios
a los que hay que tumbar. La viralidad vía
redes favorece la amplificación de ese objetivo y la sensación de peligro, por
muy desactivado que esté, se vuelve real. Emerge entonces el reproche social
permanente hacia los que se designan como responsables, es decir, los enemigos que
merecen, por tanto, cualquier cosa. De esta forma, la política queda inmersa en un bucle emocional del que
resulta difícil salir. El odio se convierte así en un capital político y un
factor de cohesión capaz de generar oleadas de votantes por doquier que, no solo tienen un
modo de pensar parecido, sino, lo que es
mas importante, se unen en el reconocimiento de enemigos políticos comunes.
Se
trata, por tanto de un diseño , el de fabricar campañas de descrédito del
adversario/enemigo y noquearlo de un
derechazo emocional, porque el odio se puede fabricar como estamos comprobando.
En esas estamos aquí y ahora en el verano de 2023 pendientes
de si el odio se sale con la suya. De entrada, opino con fundamento que son los
responsables de la ultraderechización de las sociedades, España entre ellas.
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