POTENCIALIDAD DE LOS SERES HUMANOS 20-1-2023
En mi afán
por encontrar flores entre las grietas de una realidad tan dura y rocosa como
la que vivimos , me llama poderosamente
la atención las conclusiones de un estudio de los seres humanos actuales desde
el punto de vista y materia de la histología , es decir, de la composición de
los tejidos de nuestro cuerpo , estudio citado por el especialista español
Gustavo Duch. He leído un resumen en
medios de comunicación serios y está publicado sin restricciones. Entre sus
afirmaciones encuentro muchas cosas que dan que pensar . Por ejemplo, que entre
las grietas de la epidermis de las plantas de nuestros pies se detectan
pequeñísimas cantidades de tierra, lo que indica una antigua relación física
con la tierra que ha perdurado de nuestro pasado campesino. Además, las
membranas de las células que conforman esta epidermis presentan unos cilios o
pelillos microscópicos, que pueden ser vestigios de nuestro pasado vegetal, lo
cual puede ayudar a entender por qué
tendemos a echar raíces en un lugar
determinado y defendemos tanto nuestro territorio. Eso lo digo yo.
En las
palmas de las manos dicen haber encontrado células con minúsculos receptores
táctiles responsables de despertar potentes sensaciones cuando, por ejemplo, se
moldea la arcilla o se acaricia a otros seres vivos, como a un cordero recién
nacido. Más aún, parece ser que las células musculares que mueven con precisión
los dedos de las manos tienden a atrofiarse con más lentitud que las de otras
partes de nuestros cuerpos . Si esto es así querría dar a entender que el ser humano preserva hasta la vejez sus
habilidades motrices artesanales: aquellas que son las apropiadas para, por
ejemplo, labrar el huerto o escribir a mano como un servidor hace de vez en
cuando.
Del rostro
de los humanos analizado dicen cosas tan interesantes como que el músculo de la
mejilla está preparado para perfeccionar nuestro silbido hasta convertirlo en
una forma de comunicación con los
rebaños, con los perros o, simplemente, para el puro gozo de conversar con los
pájaros. Además se dice en dicho estudio que
, a poco que nos esforcemos, nuestro oído interno que tiene forma de
caracol podría detectar una tempestad
horas antes de que nos alcance, como hacen otros animales.
Hasta
ahora se sabía que en la lengua disponemos de unas cinco mil células
gustativas. Lo que no sabíamos hasta ahora es que nos quedamos cortos pues los científicos han encontrado más del doble,
lo cual significa que estamos preparados
para reconocer muchos más sabores que los cinco básicos. De cada bocado que
llega a nuestra boca podemos detectar, dice el estudio, “matices increíbles,
incluso cuándo y de qué forma se cultivó o produjo ese alimento”.
Este análisis
tan fino aclara, por fin, que la potencial actividad neuronal del hemisferio
derecho del cerebro, donde predomina la intuición, es muy superior a las
potencialidades del izquierdo, donde se ubica la razón. De tal manera que quien
debería de regir nuestra conducta es ese pequeño órgano llamado
cerebelo, pues, como han demostrado, el equilibrio ( o sea, la moderación,
proporción, armonía) es el sentido más apropiado para la toma de decisiones.
Respecto
del cerebro, si bien ya se sabía que el cuerpo humano regenera células
neuronales durante toda su vida, el estudio en cuestión añade que la conexión
entre ellas mejora significativamente con el paso del tiempo. Nos hace más
sabios, más conscientes, más prudentes. “Lástima”, apuntan, “que nuestra
civilización occidental desprecie esta característica arrinconando a las
personas mayores en asilos y residencias”.
Y lo
último : Finalmente explican que han detectado una extraña sustancia en el
líquido linfático que “la ciencia no sabe explicar”. ¿Podría equivaler esto a
una suerte de espíritu o alma que completaría nuestro yo formando parte de una
unidad biótica mayor? Con esta
importante interrogante me quedo.
Queden
ustedes con Dios.
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