miércoles, 18 de enero de 2023

 

POTENCIALIDAD DE LOS SERES HUMANOS            20-1-2023

En mi afán por encontrar flores entre las grietas de una realidad tan dura y rocosa como la que vivimos ,  me llama poderosamente la atención las conclusiones de un estudio de los seres humanos actuales desde el punto de vista y materia de la histología , es decir, de la composición de los tejidos de nuestro cuerpo , estudio citado por el especialista español Gustavo Duch. He leído un resumen  en medios de comunicación serios y está publicado sin restricciones. Entre sus afirmaciones encuentro muchas cosas que dan que pensar . Por ejemplo, que entre las grietas de la epidermis de las plantas de nuestros pies se detectan pequeñísimas cantidades de tierra, lo que indica una antigua relación física con la tierra que ha perdurado de nuestro pasado campesino. Además, las membranas de las células que conforman esta epidermis presentan unos cilios o pelillos microscópicos, que pueden ser vestigios de nuestro pasado vegetal, lo cual puede ayudar  a entender por qué tendemos a  echar raíces en un lugar determinado y defendemos tanto nuestro territorio. Eso lo digo yo.

En las palmas de las manos dicen haber encontrado células con minúsculos receptores táctiles responsables de despertar potentes sensaciones cuando, por ejemplo, se moldea la arcilla o se acaricia a otros seres vivos, como a un cordero recién nacido. Más aún, parece ser que las células musculares que mueven con precisión los dedos de las manos tienden a atrofiarse con más lentitud que las de otras partes de nuestros cuerpos . Si esto es así querría dar a entender que   el ser humano preserva hasta la vejez sus habilidades motrices artesanales: aquellas que son las apropiadas para, por ejemplo, labrar el huerto o escribir a mano como un servidor hace de vez en cuando.

Del rostro de los humanos analizado dicen cosas tan interesantes como que el músculo de la mejilla está preparado para perfeccionar nuestro silbido hasta convertirlo en una forma de  comunicación con los rebaños, con los perros o, simplemente, para el puro gozo de conversar con los pájaros. Además se dice en dicho estudio que  , a poco que nos esforcemos, nuestro oído interno que tiene forma de caracol podría  detectar una tempestad horas antes de que nos alcance, como hacen otros animales.

Hasta ahora se sabía que en la lengua disponemos de unas cinco mil células gustativas. Lo que no sabíamos hasta ahora es que nos quedamos cortos pues  los científicos han encontrado más del doble,  lo cual significa que estamos preparados para reconocer muchos más sabores que los cinco básicos. De cada bocado que llega a nuestra boca podemos detectar, dice el estudio, “matices increíbles, incluso cuándo y de qué forma se cultivó o produjo ese alimento”.

Este análisis tan fino aclara, por fin, que la potencial actividad neuronal del hemisferio derecho del cerebro, donde predomina la intuición, es muy superior a las potencialidades del izquierdo, donde se ubica la razón. De tal manera que  quien  debería de regir nuestra conducta es ese pequeño órgano llamado cerebelo, pues, como han demostrado, el equilibrio ( o sea, la moderación, proporción, armonía) es el sentido más apropiado para la toma de decisiones.

Respecto del cerebro, si bien ya se sabía que el cuerpo humano regenera células neuronales durante toda su vida, el estudio en cuestión añade que la conexión entre ellas mejora significativamente con el paso del tiempo. Nos hace más sabios, más conscientes, más prudentes. “Lástima”, apuntan, “que nuestra civilización occidental desprecie esta característica arrinconando a las personas mayores en asilos y residencias”.

Y lo último : Finalmente explican que han detectado una extraña sustancia en el líquido linfático que “la ciencia no sabe explicar”. ¿Podría equivaler esto a una suerte de espíritu o alma que completaría nuestro yo formando parte de una unidad biótica mayor?  Con esta importante interrogante me quedo.

Queden ustedes con Dios.

 

 

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