RADICALIDAD VIENE DE RAÍZ      9-12-2022

Llueve estos días sobre la Costa del Sol. Es noticia después de varios meses sin caer ni una gota. No es suficiente, coincidimos todos. En el castellano el verbo llover tiene una forma genuina para  los adverbios de cantidad . Decimos “ llover ha llovido pero llover, llover, llover no ha llovido”. Sabiduría pura. También ha pasado por aquí un tornado pero tornar, tornar, tornar aquí no ha cambiado nada porque el árbol que dicen que se vio volar previamente había sido cortado por una motosierra dentro de esas operaciones de cirugía urbana tan frecuentes en algunos de nuestros pueblos  que dejan las tripas abiertas de las calles extirpando todo cuanto encuentran a su paso , especialmente los árboles que afirman que son un estorbo. Dicen  que para mejorar al enfermo o por estética pero somos muchos los que no estamos del todo convencidos.

Al margen de esta bendición que es la lluvia, debo reconocerles que a la hora de escribir y de llorar , uno se debate   entre lo malo y lo peor como fondo  para compartir con quienes suelen escuchar la SER a estas horas. Qatar y sus duelos , quebrantos e   hipocresías varias;  Irene y la violencia política ( así, Irene,  llamándola solo por su nombre como rebajándola a nivel de coleguita  e ignorando que es una señora Ministra de un Gobierno democrático) ; el insulto y la bronca parlamentaria que no cesa porque está calculada su rentabilidad; la onomástica hoy  de los Derechos Humanos y su déficit crónico en tantos lugares del Planeta….

Se podría hablar de otros temas de calado social que afectan a las cosas del comer . Si la objetividad tuviera cabida en España hoy se reconocería sin ambages  que hay luz al final del túnel y que esa luz  se debe a una respuesta ágil del Gobierno en sus medidas contra la inflación. Políticas concretas que han servido para tasar los precios energéticos, implementar la gratuidad de algunos transportes públicos y paliar mediante ayudas directas la carestía de los combustibles o aliviar la situación de muchísimos hogares . Pura objetividad que algunos se empeñan en llamar radicalidad.  Ojalá esa mejoría hubiera contado con más apoyo dentro de la política de oposición en nuestro país considerándola como lo que debe ser, una política de Estado, no de partidismo ,  con la mirada y la pedrada siempre puesta en el mercado electoral . Cabe preguntarse :  ¿dónde está  esa derecha, política y económica, cuya única aportación en esta crisis consiste en  querer bajar los impuestos, abaratar el despido y cruzarse de brazos ante el caos de los mercados?

La inflación no está bajando por arte de magia, las pensiones no van a subir por casualidad. Se llama política útil, aquella que enfrenta unos problemas a unas guías ideológicas y encuentra unas soluciones beneficiosas para la mayoría de la sociedad. No se trata tan sólo de gestionar bien, sino de que ante el escollo, dirigir el timón del barco  a babor o estribor, a izquierda o a derecha, a dirimir el conflicto entre rentas del trabajo o del capital, a una economía productiva o especulativa, a servicios públicos o a  evasión fiscal. En tiempos donde hemos descubierto que somos vulnerables, la radicalidad no consiste en encender ninguna mecha , sino en ir a las raíces y combinar sensatez racional con humanidad y valores democráticos.

Viene a pelo lo que Huffington Post publica acerca de que , según  The Economist “ cuando hasta la prensa internacional valora el esfuerzo de España y sus logros , al mismo tiempo dicen que España es el quinto país por la cola en el que peor opinión tienen sus ciudadanos sobre ellos mismos  y donde más furor albergan los opositores al Gobierno manejados por las derechas extremas en una clara demostración de que las dos Españas siguen vivas y  destinadas a estar enfrentadas aunque esa hostilidad y violencia no sea visible en las calles”. Desgraciadamente  en muchas  de las parrillas informativas y de comunicación en España  casi nada hay de objetivo que llame a la reflexión , a la serenidad de los debates o simplemente a la duda. Mejor intoxicar y jalear al personal.

Veremos. Sigamos disfrutando de la lluvia.