RETRATO

4-Febrero -2022

Tengo canas y, cosas de la edad, la he descubierto tarde. Su  inteligencia le agranda los ojos, le ilumina la frente y le rebosa por  los poros. Es más inteligente que la mayoría de los hombres y podría ser el símbolo de la mayoría de las mujeres. Poco a poco ha ido apareciendo en el horizonte de los españoles hasta parecer de la familia y llamarla por su nombre de pila. Ha ido haciéndose a sí misma desde el anonimato original en su trabajo diario por los derechos comunes.

Su economía al hablar es perfecta. Dice lo que tiene que decir, sin pasarse ni un pelo y se calla para no provocar . Representa el equilibrio ideal de nuestro tiempo, tan lejos de la revolución social como de la tradición casposa, entre la rebelión y la nostalgia. Lo suyo son los datos , no las quimeras y mucho menos el engaño. Es capaz de arriesgar la salud por un pacto social. Está llena de futuro y encarna el porvenir, como una recién nacida.

Su   imagen pulcra y elegante se ha incorporado al devocionario de la gente común  que la pueden odiar o adorar, según su diós. Sonríe lo justo para no ser superflua y muestra seriedad para ser convincente. Tiene a la par  valentía sin ser atrevida y  la discreción  necesaria para no ser ligera. Tiene carisma de líder y presencia de ser honrada.

Tengo miedo de que algo tan insólito y tan apreciable en la vida pública española se pueda malograr en la jauría de nuestra permanente guerra civil.  No nació con estrella, por eso mismo  merece una larga existencia y sobrevivir a todas sus batallas , como la que acaba de librar frente a los cavernícolas. Aunque la  más importante será  la de aglutinar a todos los que amamos a España  porque no nos gustan los nubarrones. Dios y la razón repartan suerte. Porque parece como si tuviera, aunque ella lo ignore, vocación de estatua;  con los pies bien anclados en la tierra  pero la mirada asaltando el cielo. Si fuera gaditana sería perfecta. Su nombre es …  Yolanda.