TENGO UN AMIGO QUE SABE VOLAR (3-09-2021)
Enrique
Monterroso Madueño
Presumo de tener un amigo que sabe volar. Bueno , lo tenía porque
Arturo se nos fue este mes de Agosto de forma imprevista. ¡ Teníamos proyectados tantos vuelos juntos…! Dijo
el historiador Henri Pirenne en su día “Si yo fuera un anticuario me gustarían
las cosas viejas pero soy historiador y por eso amo la vida”. Pues exactamente
eso, que Arturo era una persona mayor
atípica , un adulto de segunda generación que amaba profundamente la vida en
forma presente y tremendamente humana. A Arturo le han arrebatado,
cobardemente, unos añitos más en los que hubiera podido seguir echando vida
a los años que es lo que a él le gustaba. De ahí su alegría siempre presente en
su semblante .
Yo reivindico la vejez, la alegría y la amistad, las tres cosas
juntas en un solo envoltorio. Bueno, creo que falta un cuarto ingrediente, la inocencia
que siempre me llama y me procura y que Arturo tan bien representaba, haciéndose
pasar por un ingenuo consciente porque hace falta mucha ingenuidad para volver
a empezar todos los días en un mundo tan malo.
Echo mano de uno de mis escritores favoritos- Fernando Pessoa-
para recordar a Arturo en su vuelo más allá de la atmósfera que tenemos aquí
abajo , densa, azul oscura casi negra, amenazadora; para reivindicarlo como ser
humano en esas cuatro dimensiones: permanentemente adulto, amigo, alegre e
inocente.
“Mis amigos son todos así: mitad locura, otra mitad santidad. No
los escojo por la piel sino por la pupila que ha de tener un brillo
cuestionador y una tonalidad inquietante. Escojo a mis amigos por la cara
lavada y el alma expuesta. No quiero sólo el hombro o el regazo, quiero también
su alegría. El amigo que no sabe reír conmigo, no sabe sufrir conmigo.
Mis amigos son todos así : mitad bromas, mitad seriedad. No quiero
risas previsibles ni llantos piadosos. Quiero amigos serios de esos que hacen
de la realidad su fuente de aprendizaje pero que luchan para que la
fantasía, la ingenuidad y la risa no
desaparezcan.
No quiero amigos adultos, comunes. Los quiero mitad infancia y
mitad vejez. Niños para que no se olviden del valor del viento en el rostro ,y
ancianos para que nunca tengan prisa. Así, viéndolos locos ,bromistas y serios,
niños y anci2anos a un tiempo, nunca me olvidaré que eso que llaman normalidad es una ilusión estéril ” . Hasta
aquí Fernando Pessoa.
Arturo ha muerto de Covid, que equivale a una muerte a traición, cuando
no tocaba, en la quinta ola de esta pandemia. Claro, Arturo no sabía tomar las
olas; lo suyo era volar que es lo que hizo buena parte de su vida cuando
remontaba el vuelo, trascendía de lo efímero y escribía con dos dedos y nos
dedicaba novelas como si de un primerizo se tratara. Escribía y escribía para
hacerle un corte de mangas a eso que llaman patologías previas y que, lejos de
abrumarle, no le impedían reírse y hacer
pedorretas.
El virus asesino le atacó cuando volaba para encontrarse con las
olas del Cantábrico y sus paisajes. Recalaba con asiduidad en Pechón localidad
cántabra, que significa pecho grande
capaz de albergar un corazón tan grande como el suyo. Pechón también como antídoto contra la ira que le tentaba
once meses , atento como estaba él a los desmanes y desvaríos del solar patrio.
Pechón como la Itaca de Homero , meta y destino de infortunios pero botín de
frescura y de sonrisas. Pechón para
dejar atrás la calima que inflama aún
más la miasma que no cesa por aquí abajo y que hace del Mediterráneo un lugar
calenturiento y bajo sospecha. Pechón como antídoto contra el mar nuestro de
cada día llevado de un loco frenesí y de
ambiciones traducidas en detritus y en hamacas. No llores por este mar, Arturo.
Nada que ver con tu Cantábrico. Me dijiste que en esta vida es necesario vivir
no solo sin miedo sino también sin esperanza. Por eso delfines muy azules
seguirán saltando mientras mantengamos limpio el corazón.
Adiós
querido amigo. Nos vemos en la estratosfera.
Marbella
3 de Septiembre de 2021
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