OMNIBUS PARA TODOS 3 -02-2025
Nos alertan los politólogos sobre la creciente
polarización de las sociedades democráticas con la consecuente amenaza para la
propia democracia en la que corremos el riesgo de pasar de ser votantes a ser
hooligans. Decimos que algo está polarizado cuando sólo existen los dos polos, el
positivo y el negativo. Polarización se puede traducir de muchas maneras pero todos
entendemos aquello de que “el que no
está conmigo está contra mi”.
De pronto, todos hemos
comenzado a utilizar, a escuchar la
palabra polarización sobre todo para referida a la política pero de la política- donde la polarización es cada día más evidente- la
división ha saltado a la sociedad con la
inestimable ayuda de Internet y sus interfaces. Una sociedad está más polarizada cuando una mayoría de los ciudadanos se
identifican ciegamente con las posiciones de un partido frente a las posiciones
del adversario, convertido en enemigo. Y ya sabemos , al enemigo, ni agua. El clima que generan los polos es de tensión
máxima hasta el punto de que la cuerda puede romperse. Y la ciudadanía queda
dividida en bloques, socialmente rota.
Consecuentemente y en paralelo, cada vez se
observa a más gente que intenta parapetarse
bajo la aparente neutralidad de la independencia con la finalidad de no tener
que “mojarse” y atender a su conciencia. Dolores de conciencia no tienen porque – como decía
El Roto- previamente se la han extirpado y , de esa manera pueden encogerse de
hombros sin disfraz. El encogimiento de hombros, el ni fú ni fa , el todos son
iguales y la supuesta independencia es puro egoísmo y falsedad.
Lo cierto es que la polarización política es cada
vez mayor. Lo estamos viendo estos días a propósito del ómnibus en los que la
táctica aunque sea marrullera se impone
a la estrategia de cumplir cada cual con su concepto de ética y moralidad. Pocos son los partidos que intentan un
acercamiento al adversario persiguiendo acuerdos para mejorar la vida de todos.
Pretenden vendernos que los sistemas gobernables son aquellos en
los que gana solo un partido político, el que tiene más votos y no el partido
que teje más alianzas y representa a una mayoría social en el país. El problema
estriba no en la divergencia y el debate de ideas, propuestas o acciones sobre
las pensiones, el transporte público , la sanidad, la educación, los alquileres o la
política fiscal. Todo lo contrario, el problema es cuando el “sostenello y no enmendallo” propio de la polarización se convierte en dogmas inamovibles y en
posturas irreconciliables en las que
todo vale con tal de hacer daño al contrario. Es aquello tan hispano de
preferir quedarse tuerto con tal de ver al otro ciego.
Lo que vemos es tacticismo, son apariencias.
Embarrar el campo hasta el punto de que no se pueda jugar en él el partido de
la democracia social. Será entonces cuando aparezcan los trumpistas y voceros.
Y no. La política es demasiado importante como para dejarla en manos de los
políticos….de oficio.
Y así estamos, como esperando que
lleguen tiempos peores que nos hagan más ciegos o viceversa, esperando tiempos
más ciegos que nos hagan peores como escribió Rafael Sánchez Ferlosio. ¿ O
quizás los malos tiempos han empezado ya?
Pensémoslo; omnibus quiere decir en
latín “para todos”
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