DOS POR UNO 31-05-2024
Se acaban las palabras para
describir el horror de Gaza y los gazatíes: crímenes de guerra, crímenes contra
la humanidad, genocidio, matanza, masacre… Todos se quedan cortos. Para mí,
faltan dos: exterminio y holocausto. Las dos palabras con sus correspondientes
conceptos remiten a la similitud entre lo sufrido por los judíos durante la 2ª
Guerra Mundial a cargo del nazismo y lo que está sucediendo en Palestina hoy.
La paradoja está servida: en 2024, 80 años después del holocausto judío, el
gobierno de Israel- apoyado por sus ciudadanos, su Ejército y sus Instituciones-
está haciendo con los palestinos lo mismo que les hicieron a ellos los nazis y con
el mismo objetivo: erradicarlos de su territorio y exterminarlos.
Las lamentaciones ante este drama
humano no son suficientes. Hay que mirar hacia delante y dar pasos concretos.
Es la mejor manera de estar con los palestinos. Y un paso muy concreto y muy
valioso es el dado este martes pasado 28 de mayo por el Gobierno español de
reconocimiento formal del Estado de Palestina. Una decisión valiente y
coherente.
No solo es absolutamente falso,
sino que es gravemente ofensivo que se diga que reconocer al Estado palestino
es apoyar el terrorismo de Hamás. Es repugnante y criminal tratar de confundir
a un movimiento terrorista, cuyos miembros no alcanzan al 1% de la población de
Gaza, con el conjunto del pueblo palestino, como ha hecho Israel al desatar
contra él su venganza causando muerte y destrucción. ¿Es esto una obra de seres
humanos o de monstruos?
Será
complicado lo de los dos Estados volviendo a las fronteras de 1967, no sólo por
la separación de sus dos territorios, Cisjordania y Gaza, sino sobre todo
por la colonización que ya han hecho los israelitas de Cisjordania y Jerusalén. La pregunta clave
es:¿Qué piensa hacer exactamente el Gobierno israelí con los más de cinco
millones de palestinos que todavía resisten en los territorios donde sus antepasados
han vivido desde hace 1.300 años?. ¿Qué solución propone para ellos?. Algunos
miembros del Gobierno israelí –de extrema derecha– ya han dicho que la solución es expulsarlos a todos y
hacerse definitivamente con todo el territorio de la antigua Palestina. Como se
hizo en 1948 pero ahora con una limpieza étnica, en este caso definitiva. Pero
la comunidad internacional no lo va a permitir.
La otra opción (reconocer al Estado
palestino) es, en realidad hacerle un favor a Israel. Porque es sin duda la
solución menos mala para la población
judía. Aumentar la presión para ver si los palestinos se debilitan lo
suficiente como para aniquilarlos
sin oposición es un camino imposible, además
de genocidio que los equiparará a los nazis. Pueden arrasar Gaza, gracias al
apoyo de sus ideológicamente iguales, pueden diezmar a la población, tal vez
consigan desarticular a Hamás. Pero nacerán nuevos palestinos y heredarán de
sus padres el odio a quienes los mataron. Habrá nuevos terroristas y más
violencia y más muerte, y de nuevo más odio. Hasta que los judíos asuman que no
están solos en el territorio palestino y que tienen que compartirlo con los
árabes con los mismos derechos.
Antes o después, Israel tendrá que
elegir entre aceptar un Estado palestino independiente y libre, lo que
comportaría el abandono de los asentamientos judíos de Cisjordania y la
retirada de Jerusalén este o integrar a
los palestinos como ciudadanos de pleno derecho en el Estado en el que en la
práctica residen pasando a ser un Estado multiétnico, donde algún día la
mayoría de la población puede que no sea judía pero obligado a convivir y
respetarse.
Israel tiene que decidir. Si no
quieren dos estados, tendrán uno solo pero puede que no sea precisamente judío.
La Historia lo dirá.
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