Ha sido el año de la guerra, el año de la inflación, del miedo a la
factura de la luz y de la
intervención pública del mercado; el año del mundial de fútbol de la
vergüenza, el año en que cambiamos a Casado por Feijóo, a Isabel II por
Carlos III, el año en que nos hemos asomado a un futuro lleno de incendios
y de inteligencia artificial, el año en que Europa fue un poco menos neoliberal
gracias al empuje de una extraña criatura para el siglo XXI: un gobierno de
izquierdas, de coalición y del sur de Europa.
Ha sido el año en que vimos en España un cisma en el feminismo y una
conspiración en el Poder Judicial, el año en que se ganó el aborto en
América Latina y se perdió en EEUU. El año en que murieron en España 49
mujeres asesinadas por sus parejas , casi todas ellas vulnerables y sin la
debida protección. El año en que la extrema derecha entró en un gobierno
autonómico por primera vez. El año en que un ministro del PSOE volvió a
gestionar las muertes en la frontera como si fuera un ministro del PP . El año en que un atolondrado diputado de derechas salvó
por error la reforma laboral más progresista de nuestra historia. El año en
que Yolanda Díaz dijo “sumar” y Podemos le contestó “depende”.
El año en que volvimos a la normalidad de los ruidos , de los atascos y
de vivir a nuestra bola. El año en que mandamos a Bolsonaro a su casa y le
dimos una nueva oportunidad a Lula. Le bajamos los humos a Trump. Boris
Johnson se fua a la fuerza y su sucesora duró menos que una lechuga en
pudrirse. La ultraderecha ganó en Italia. Se murieron Pelé y Jesús
Quintero. Desenterramos a Queipo de Llano. Supimos que alguien había estado
espiando los móviles de los independentistas y de medio Gobierno. Hicimos
fotos increíbles del espacio, escuchamos cómo suena un agujero negro; lanzamos un proyectil
para desviar un meteorito ; se pinchó la burbuja de las criptomonedas y
vimos que a Twiter le puede quedar poco. El año en que el Emérito vino a
vernos y a darse un paseo en barco. Todo esto y muchas más cosas las hemos
vivido juntos en 2.022.
Espero que en 2023 lleguen las alegrías a puñados y los contratiempos
al menos no tengan forma de pandemia desconocida o de guerra al
borde de lo nuclear. Rezar, suplicar, presionar, luchar… todo vale con tal
de no quedarse con los brazos cruzados.
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