viernes, 7 de octubre de 2022

 

POR SHOCK  O PREVENTIVO  30-09-2022

Con frecuencia tengo la sensación de que lo mejor ha pasado ya. Convicción que se apoya en que tenemos por delante escenarios varios que predicen sin mucho error que viviremos tiempos peores , al menos en esta parte del planeta, llenos de incertidumbres y amenazas: guerras provocadas, insostenibilidad del clima, pobreza de diversos tipos, débiles democracias controladas por antidemócratas….

Ante este panorama el peor escenario es aquel que dibuja una sociedad desagregada, individualista , insolidaria que es incapaz o ni se plantea la gravedad de lo porvenir y , por tanto, no reacciona preventivamente tomando las riendas de la realidad.

Y el caso es que , muy recientemente, esta sociedad ha padecido un trauma colectivo de extraordinarias dimensiones ( una pandemia)  durante la cual , al menos en sus momentos álgidos, apreciamos una verdadera capacidad para la solidaridad entre iguales. Durante la cual se ensayaron toda una suerte de estrategias para la supervivencia y durante la cual se construyó de una manera ciertamente inesperada una infraestructura de tipo social que nos hizo sentir bien con los más próximos y con nosotros mismos. La pandemia desarrolló una especie de aprendizaje por shock que nos hizo ver que muchas alternativas no cabe esperarlas del poder sino de nosotros mismos y de nuestra capacidad para resistir. Resiliencia le llamamos.

Ha transcurrido poco tiempo desde entonces y ahora comienzan a salir estudios más o menos certeros que pretender  determinar si queda algo todavía de aquello o si , por el contrario, es el olvido lo que impera. De entrada pareciera que todo aquel sufrimiento se vivió hace mucho , mucho tiempo. Mucha gente dice que los dos años de pandemia son como una especie de agujero temporal. Que si la fatiga  pandémica, que si la  aceleración vital, que si la necesidad de dar rienda suelta a la represión que supuso….. Da la sensación de que aquel  movimiento de solidaridad ligado a las estrategias sociales  de cuidados y de ayuda mutua ha pasado como una estrella fugaz, que no lo hemos integrado debidamente en nuestra memoria ni personal ni colectiva.

Efectivamente, ante muchos episodios traumáticos tenemos la tentación social del olvido, pasar página pensando de forma ficticia y gratuita en el regreso hacia  unas condiciones de vida que creemos invariables. Y en realidad no es así o al menos nada hace pensar que sea así. Todo lo contrario. Ante los escenarios que se vaticinan, que se vislumbran , que se tocan ya con la mano por su cercanía la idea de que la estabilidad va a volver y volver para quedarse es una ilusión , una quimera. Y lo peor, como digo, es la actitud de no querer saber nada ni de las causas, ni de los responsables, ni de las alternativas. No querer aprender por anticipación  ,en suma, de las experiencias vividas en el pasado, desde el más próximo al remoto.

Pienso que en situaciones de crisis, cuando el mercado y las políticas públicas fallan o no pueden atender las necesidades , es cuando se puede apreciar mejor  la importancia de los vínculos comunitarios y de las relaciones sociales de proximidad. En una situación de catástrofe resulta más probable que tu vecina llame a tu puerta preocupándose por tu situación a que lo haga tu Ayuntamiento. Cuanto más vertebrada esté una comunidad, mayor densidad asociativa tenga y disponga de una red de equipamientos colectivos consistente (espacios vecinales, centros sociales, escuelas, cooperativas de consumo, huertos comunitarios, autoconsumo energético etc ), en mejores condiciones se encontrará para enfrentarse a cuestiones de emergencia. Es lo que algunos  llaman “ la infraestructura social”.

Sin pretender ser agorero, todo lo contrario , pero ante el panorama previsible de emergencias deberíamos primero no olvidar y segundo reaprender lo vivido y no esperar a que haya una  respuesta  por parte del cielo o de  las instituciones ; por el contrario será  la cooperación público-comunitaria  la que resulte determinante para la supervivencia. El reto está en activar alianzas entro lo público y lo común. Porque si una parte importante de nuestros problemas proceden de la alianza del poder  con el mercado que ha derivado en convertirlo todo en mercancías , en negocio y en privatizaciones, una parte de las soluciones tiene que venir de sustituir la desconfianza mutua  por un espacio de encuentro y de complicidad entre lo público y lo común.

Con mis mejores deseos.

 

 

 

 

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