POR SHOCK O PREVENTIVO 30-09-2022
Con frecuencia tengo la sensación de que lo mejor ha pasado
ya. Convicción que se apoya en que tenemos por delante escenarios varios que
predicen sin mucho error que viviremos tiempos peores , al menos en esta parte
del planeta, llenos de incertidumbres y amenazas: guerras provocadas,
insostenibilidad del clima, pobreza de diversos tipos, débiles democracias
controladas por antidemócratas….
Ante este panorama el peor escenario es aquel que dibuja una
sociedad desagregada, individualista , insolidaria que es incapaz o ni se
plantea la gravedad de lo porvenir y , por tanto, no reacciona preventivamente
tomando las riendas de la realidad.
Y el caso es que , muy recientemente, esta sociedad ha
padecido un trauma colectivo de extraordinarias dimensiones ( una pandemia) durante la cual , al menos en sus momentos
álgidos, apreciamos una verdadera capacidad para la solidaridad entre iguales.
Durante la cual se ensayaron toda una suerte de estrategias para la
supervivencia y durante la cual se construyó de una manera ciertamente
inesperada una infraestructura de tipo social que nos hizo sentir bien con los
más próximos y con nosotros mismos. La pandemia desarrolló una especie de
aprendizaje por shock que nos hizo ver que muchas alternativas no cabe
esperarlas del poder sino de nosotros mismos y de nuestra capacidad para
resistir. Resiliencia le llamamos.
Ha transcurrido poco tiempo desde entonces y ahora comienzan
a salir estudios más o menos certeros que pretender determinar si queda algo todavía de aquello o
si , por el contrario, es el olvido lo que impera. De entrada pareciera que
todo aquel sufrimiento se vivió hace mucho , mucho tiempo. Mucha gente dice que los dos años de pandemia son como
una especie de agujero temporal. Que si la fatiga pandémica, que si la aceleración vital, que si la necesidad de dar
rienda suelta a la represión que supuso….. Da la sensación de que aquel movimiento de solidaridad ligado a las
estrategias sociales de cuidados y de ayuda
mutua ha pasado como una estrella fugaz, que no lo hemos integrado debidamente
en nuestra memoria ni personal ni colectiva.
Efectivamente, ante muchos episodios traumáticos tenemos la tentación social del
olvido, pasar página pensando de forma ficticia y gratuita en el regreso hacia unas condiciones de vida que creemos
invariables. Y en realidad no es así o al menos nada hace pensar que sea así.
Todo lo contrario. Ante los escenarios que se vaticinan, que se vislumbran ,
que se tocan ya con la mano por su cercanía la idea de que la estabilidad va a
volver y volver para quedarse es una ilusión , una quimera. Y lo peor, como
digo, es la actitud de no querer saber nada ni de las causas, ni de los
responsables, ni de las alternativas. No querer aprender por anticipación ,en suma, de las experiencias vividas en el
pasado, desde el más próximo al remoto.
Pienso que en situaciones de crisis, cuando el mercado y las
políticas públicas fallan o no pueden atender las necesidades , es cuando se
puede apreciar mejor la importancia de
los vínculos comunitarios y de las relaciones sociales de proximidad. En una
situación de catástrofe resulta más probable que tu vecina llame a tu puerta
preocupándose por tu situación a que lo haga tu Ayuntamiento. Cuanto más vertebrada
esté una comunidad, mayor densidad asociativa tenga y disponga de una red de
equipamientos colectivos consistente (espacios vecinales, centros sociales,
escuelas, cooperativas de consumo, huertos comunitarios, autoconsumo energético
etc ), en mejores condiciones se encontrará para enfrentarse a cuestiones de
emergencia. Es lo que algunos llaman “
la infraestructura social”.
Sin pretender ser agorero, todo lo contrario , pero ante el
panorama previsible de emergencias deberíamos primero no olvidar y segundo
reaprender lo vivido y
no esperar a que haya una respuesta por parte del cielo o de las instituciones ; por el contrario será la cooperación público-comunitaria la que resulte determinante para la
supervivencia. El reto está en activar alianzas entro lo público y lo común.
Porque si una parte importante de nuestros problemas proceden de la alianza del
poder con el mercado que ha derivado en
convertirlo todo en mercancías , en negocio y en privatizaciones, una parte de
las soluciones tiene que venir de sustituir la desconfianza mutua por un espacio de encuentro y de complicidad
entre lo público y lo común.
Con mis mejores deseos.
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