Hasta ayer mismo sentía la
tentación de hacer un comentario acerca
de cuestiones relevantes que nos ofrece eso que llamamos la actualidad. Como la
batalla fiscal ideológica sobre los
impuestos en este país que ha abierto Bonilla de manera tan insensata como
inoportuna siguiendo los pasos de la madrileña como si Andalucía fuera Madrid
anunciado a bombo y platillo que va a dejar de cobrar a los que más tienen un “culillo” de 100
millones para inmediatamente lloriquear
al gobierno para que les dé más recursos para atender la res pública en forma
de maestros o sanitarios y seguir haciendo política de la confrontación. Guerra
sucia.
O como el problema de la sequía y sus
consecuencias derivadas del cambio climático que lo tenemos delante y no
queremos verlo. Se nos secan los humedales, los embalses, los ríos mientras
seguimos baldeando calles y parterres. Mientras seguimos con el derroche de
recursos . Nos cuesta cambiar nuestros
estilos de vida y mucha gente no percibe la gravedad de la situación. Nos
cuesta la misma vida abandonar este modelo. Es una verdadera guerra contra la
biosfera que nos acoge y a la que maltratamos . De traca la irresponsabilidad
de todos nosotros.
O hablar del más que probable
incremento de la pobreza
y el frío invernal como
consecuencia de los precios de la energía sin que hayamos llegado a entender un
carajo del porqué estando como estamos inundados de energía del sol, del viento
y otras fuentes estamos tan tan condicionados por el precio del gas como
imprescindible para la producción industrial de electricidad, de energía ,
hecho este que va a originar situaciones de verdadera emergencia humanitaria para
personas y empresas mientras esperamos, cruzados de brazos confiando en la
falsedad de los mecanismos regulatorios del mercado a los que dediqué la semana
pasada unas palabritas. Hay que declarar la guerra a los mercados y arremangamos para tomar las riendas de nuestro
futuro poniendo a las personas, a la vida en el
centro en estos momentos tan oscuros y apretar, “ apreteu” como dijo el
honorable catalán de cuyo nombre no me acuerdo ya. Sí, apretemos en el sentido correcto antes de
perder esta guerra desigual cuyo bando amigo es la pobreza energética, carestía
de los alimentos e hipotecas.
O de la llegada del otoño y el
reverdecer de la sempiterna cuestión de la educación de nuestra infancia y
juventud que siempre, siempre es mejorable, desde Sebastopol hasta Marbella
pasando por San Pedro, tema este que
bien merece no un gatillazo radiofónico sino un fuerte tirón de orejas a los
responsables de la misma , y me refiero no sólo a los administradores de la
cosa – que , son por supuesto los más- sino a los propios actores incluyendo a
las familias, a su prole , al cuerpo profesoral que también forma parte del
coro de las lamentaciones y cómo no a la sociedad que los circunda que anda tan
despreocupada o despistada en otras cuestiones. Guerra pacífica y necesaria.
Todos estos grandes temas (guerras
las estoy llamando) por
separados o juntos no igualan en mi opinión la gravedad del momento de hoy ante
el nuevo giro anunciado por el gobierno ruso ( he decidido no pronunciar el
nombre de su responsable) que va a tomar la guerra en Ucrania y que provoca en mi un pesimismo existencial y
un escalofrío. Cualquiera de los temas enunciados someramente son
extraordinariamente serios por lo que afectan a la ciudadanía. Pero la amenaza del
ruso es de otra dimensión.
Para el Kremlin , convertir Ucrania en una potencia militar directamente dirigida
contra ellos es una amenaza existencial frente a la que no van a ceder tal y
como ellos mismos han dicho. Frialdad , falta de moral y de escrúpulos no les
falta. Perder esta guerra es perderse ellos mismos irremisiblemente. Una
cuestión de vida o muerte para el ruso porque la opción de tomarse a broma o
menospreciar una amenaza nuclear no existe. La anexión de las regiones
ucranianas del sur a Rusia significa que
lo que hasta ahora el Kremlin venía denominando “operación militar especial” pasa
a ser una guerra. Una guerra en territorio ruso. Eso significa una cosa clara,
que aumentará la intensidad de la barbarie con amenaza de utilización de armas
de “ultimo recurso” como les llama a la bomba nuclear . Y tan último. El
mensaje es inequívoco.
De manera que , por nuestra parte habrá
que volver a la casilla de salida y plantearse de nuevo una línea maginot que
recorra Europa de Norte a Sur junto al rio Dnieper y que mantenga un equilibrio
que haga posible la coexistencia
pacífica como en otras épocas se llamaba al reconocimiento mutuo de la
capacidad de aniquilarse mutuamente que tenían unos y otros. Y por parte de la población
rusa , pragmática y conformista donde las haya, habrá que esperar a que sean
ellos mismos quienes rompan de una vez
el contrato social entre poder y sociedad, que se rebelen y promuevan
una ruptura en su propio feudo.
Como dijo en su día Madalaine
Albraight de los americanos cuando le preguntaron por la guerra de Vietnam : “
por fin sabemos quienes son nuestros enemigos, somos nosotros mismos”.
P.D. Atentos a Italia este domingo.
Podemos estar ante otra guerra, esta histórica.
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