FRENTE A LA DISTOPÍA 3-Junio
-2.022
El pedagogo malagueño Santos Guerra nos explicó en un
artículo escrito hace ya muchos años que existen hasta “22 formas distintas de
matar una idea” . Una de ellas es considerar dicha idea como utópica, es decir,
irrealizable, fantasiosa, poco útil y , por tanto, despreciable. Es justo lo
opuesto de lo que Eduardo Galeano el escritor uruguayo enfatizó cuando escribió
que las utopías sirven para caminar, para avanzar aun cuando las metas se nos
antojen inalcanzables.
Si mezclamos este concepto de utopía como algo difícil,
lejano pero que merece la pena luchar por conseguirlo con ese otro que llegó a
nuestras vidas en plena pandemia que es el de resiliencia tendremos la
combinación perfecta para no resignarnos ante la adversidad de los malos
tiempos y pelear. Recordemos que en la fase álgida del virus se utilizaba mucho
el término resiliencia para revindicar una suerte de capacidad o de voluntad de adaptación frente a la adversidad , para
no dejarse llevar por la desazón de las cifras, mostrar una voluntad firme para
resurgir de las cenizas cuando todo a nuestro alrededor nos amenaza, un
rearmarse y darse por derrotados cuando todos a
nuestro alrededor hablan de la certidumbre del fracaso. Es justamente
aquello que leí en una pintada sobre un muro abandonado en El Puerto de Santa
María, hace ya también muchos años , que ponía : “ si luchamos podemos perder
pero si no luchamos estamos perdidos”.
Y ambas palabras y conceptos- utopía y resiliencia- me vienen
a la mente así juntas , reforzándose mutuamente para enfrentarlas a una tercera
palabra también de moda estos tiempos que es distopía. Confieso que yo no tenía
muy claro hasta hace poco que se quería decir con distopía; la leía , la
escuchaba por doquier especialmente en boca de tertulianos y no acertaba a
comprender su significado aunque sí su contexto, obviamente. Concibo la palabra distopía como una especie
de descreimiento de todo en general, como un disparate, así abiertamente. Una
forma de huida de la realidad, un abandono de las ideas y de los principios, un
apostar por opciones que nada tienen que ver con la razón y sí con la
irracionalidad.
Hoy día tres de Junio de 2.022 , día en que comienza la campaña electoral en
Andalucía, las pongo las tres en valor a los efectos oportunos. No suelo poner
ni acrónimos ni nombres propios en estos artículos pues los oyentes y lectores
avezados no los necesitan.
Justamente de utopías históricas y venideras trata la novela
del maestro sampedreño Manuel Mellado recientemente publicada con el título de
“ La irreductible naturaleza de ser libres”. Partiendo de la experiencia
histórica y revolucionaria de muchos luchadores por la libertad y la justicia
social aquí en nuestra España , guiados por las ideas libertarias en el
contexto de la Segunda República y la Guerra Civil , Mellado traza un puente
histórico para trasladar la acción de la
novela hasta cien años después en el año
2.031 y da vida a unos personajes que logran resurgir y germinar las utopías y
resiliencias de sus antepasados como forma de enfrentarse y sobrevivir a los
tiempos distópicos venideros.
Sea por pura fantasía literaria, sea una especie de aguijón
que el autor ha querido utilizar para alertarnos y mantenernos despiertos, lo
cierto es que necesitaremos a muy corto plazo mucha gente soñadora que no tire
la toalla fácilmente. Como dicen que dijo Sandro Pertini , presidente que fue
de la República italiana “ en la vida hay momentos en los que es necesario
luchar no solo sin medios sino sin esperanza”.
Este puede ser uno de ellos. Faltan apenas nueve años y la amenaza no
duerme.
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