LA PANCARTA (
16-07-2021)
En una pancarta de una manifestación madrileña a la que
asistí y cuyo motivo no recuerdo leí una frase que no he olvidado con el paso
del tiempo. Decía así : “ El Gobierno no te ha engañado, es que tú eres torpe”.
Y no la he olvidado porque la rescato con bastante asiduidad ante los mil y un
motivos para resolver contradicciones, desencantos o situaciones sin aparente
sentido y repetirme a mÍ mismo que no es difícil engañarme porque a veces me comporto como un
torpe.
Ahora, con motivo de lo que escribí hace sólo una semana
acerca de la necesidad de poner límites al crecimiento en el planeta dadas sus
limitaciones obvias y de dar paso al decrecimiento general como principio que habrá de salvarnos a
todos, ahora-repito-vuelvo a la carga para añadir a lo ya dicho que aquí
realmente ya no nos engaña nadie, nos dejamos engañar, porque nosotros todos
hemos sucumbido al capitalismo en principio con ingenuidad pero ahora con
alevosía vista la indolencia para cambiar nuestros estilos de vida.
El
capitalismo, para bien y para mal, es el responsable al menos hasta ahora, de
la producción de bienes sin límites, del consumo sin límites, del derroche sin
límites y del beneficio sin límites . Y por ello está en la base de cualquier análisis que se
pretenda hacer acerca de los problemas actuales tanto de superabundancia y de
derroche como de escasez y de miseria. Como único sistema globalizado que
impera en este planeta el sistema capitalista
ha ido perfeccionando con el tiempo los mecanismos de apropiación de
todo lo que se menea en el planeta: tierra, agua, energía,
animales, minerales, urbanización masiva, privatizaciones y explotación de
trabajo humano, capital, instrumentos
financieros, deuda, compañías aseguradoras. Todos los bienes,
todos los servicios, todos los trabajos y quienes lo realizan pasados a ser
llamados sin rubor “recursos humanos”.
Vemos
cómo aumenta el -llamémosle eufemísticamente- “desplazamiento” de pueblos y
regiones enteras del planeta ; cómo muchos bienes públicos están siendo
privatizados; cómo para mucha gente el acceso a la vivienda, la energía o agua
se dificulta; y vemos cómo se justifican
y aumentan los fenómenos de explotación y precariedad de vida para la mayoría
inmensa de los seres humanos. Y vemos también,
desgraciadamente, cómo las violencias de todo tipo crecen ante este otro tipo
de violencia.
Debo advertir que no estoy hablando de
política sino de ecologismo. Mucha gente piensa que la ecología es no tirar
papeles al suelo , hacer turismo rural y cuidar las macetas, pero no;
ecologismo es ver la realidad como un todo, es entender que todo lo que sucede
en el planeta se relaciona, que la vida
no nos pertenece sino que nosotros pertenecemos a la vida y es
pensar que no hay planeta B. Entendido así, el ecologismo integra a determinadas
ideologías y excluye a otras pues en el análisis de las causas de cómo y
por qué hemos llegado hasta aquí nos topamos con las distintas formas de pensar
, sus influencias y responsabilidades.
Pues bien , ante la descripción del desastre que está suponiendo el triunfo del capitalismo
para La Tierra (que incluye al género humano) en estos 300 años de existencia ,
que es real y que no admite interpretaciones de tipo ideológico , y ante la
falta de respuesta global y soluciones a escala
planetaria como global y
planetario es el desastre provocado , no cabe ya refugiarse en la ignorancia o
la torpeza como rezaba la pancarta. Deberíamos acabar con nuestra complicidad en el desastre pues
ninguno de nosotros es ajeno al sistema, y deberíamos no despreciar los avisos,
la información procedente de la ciencia que nos dice que estamos ya no en la era de las causas- que parecen
bastante claras- sino en la de las consecuencias, precisamente para actuar en
consecuencia.
Hoy ya a la altura del primer cuarto del siglo
XXI , lamentablemente, no estamos en disposición de pensar en un desarrollo
sostenible, quizás viable en los años ochenta del siglo pasado, sino más bien
en adaptar rápidamente nuestras sociedades para aguantar en las mejores
condiciones posibles lo que ya empezamos a ver. Si no se vislumbran soluciones
globales , a falta de una gobernanza mundial,
al menos comencemos la
reconquista de nuestras propias conciencias apoyando proyectos e iniciativas
transformadoras aunque sean pequeñas, porque lo pequeño es hermoso como escribió Schumaker. Y busquemos a nuestros semejantes, que los tenemos al lado. Torpes pero con
conciencia.
Gracias
por estar ahí.
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