jueves, 27 de mayo de 2021

 

POLÍTICA Y PEDAGOGÍA ( 28-05-2021)

He defendido siempre la importancia de la pedagogía en cualquier ámbito de la vida, no sólo en la escuela. También en la familia y , cómo no, en la política. La pedagogía, se podría decir, es lo contrario de la demagogia. Demagogia es engañar al pueblo con medias verdades, con halagos, con ejemplos falsos, con hipérboles ,con manipulación de las emociones o sentimientos etc. etc. Todo eso con tal de mantenerse o alcanzar el poder. La pedagogía ,por el contrario, es contar la verdad aunque duela , es explicar lo explicable, es analizar, es comprender al otro aunque no lo justifiques,  es tomar decisiones a partir de la reflexión y del análisis de las situaciones.

Política y pedagogía son absolutamente necesarias y complementarias. No es así, desgraciadamente. Lo vemos a diario. ¿ Por qué? Porque los políticos están convencidos de que el ejercicio de la política  ha de construirse sobre la base de la competencia ( que normalmente se traduce en violencia y agresividad ) mientras que la pedagogía se basa en la cooperación. Además la política raras veces está interesada de verdad por el futuro, por el largo plazo que va más allá de una legislatura y esto les hace no dar la importancia debida  a los valores y del ejemplo de ellos mismos para educar al pueblo; mientras que la educación y la pedagogía es todo lo contrario, se plantea metas de más largo alcance y no busca resultados importantes de inmediato sino que dedica tiempo a pensar sobre el proyecto de sociedad y de persona que queremos construir.

Por eso hay que huir , deberíamos huir de todos aquellos políticos que no practiquen la pedagogía en sus diversas facetas, ya sea gobernando o ya sea controlando al gobierno como oposición. Se me viene a la mente el ejemplo del partido de la oposición en nuestro vecino Portugal tratando de comprender  y de  ofrecer apoyo al Gobierno de la nación en el trascendental tema de la pandemia. ¿ Perdió votos dicho partido en las pasadas elecciones portuguesas? Todo lo contrario, mejoró sus resultados anteriores porque la ciudadanía valoró el gesto de ponerse en lugar del otro en aras de la utilidad social.   

 Aquí en España con un poco menos de demagogia y un poco más de pedagogía  en todo  lo que tiene que ver de verdad con la utilidad pública de las decisiones en torno a los grandes temas , nos habríamos podido ahorrar buena parte de la bronca política que define sustancialmente la política española y ese buen ejemplo se habría podido trasladar a la sociedad española.  

No hablo de política-ficción, no digo que la educación o la pedagogía por sí sola pueda resolver los problemas actuales ni de la vida española ni del mundo, pero sí  de aliviar la tensión existente y servir de ejemplo para todos.

Los temas importantes se suceden uno tras otro o solapados en el tiempo sin que la sociedad civil se entere, participe o tome nota: ampliación de los ERTES , indultos, Cataluña que no cesa, violencia machista, Ceuta y el conflicto del Sáhara, concertación social de empresarios y sindicatos, necesidad de la inmigración, Ley integral de la infancia, incendios en los campos de fresas de Huelva, Ley de Cambio Climático, Fondos Europeos de Reconstrucción, eutanasia…. Todo en un trimestre.  ¿ Y qué? Se supone que cualquiera de estos temas debería haber  suscitado un interés en la ciudadanía reflejado en plataformas , redes y medios de comunicación y que , fruto de dicho interés , quedara  una huella  en su percepción de la realidad, en sus conciencias y en sus comportamientos. No creo que sea así. Me temo que sólo queda de todo ello  el ruido, la demagogia, el y tú más y , sobre todo,  la búsqueda de la derrota del que gobierna a cualquier precio.

No voy a hablar de los indultos pero sí de lo que hay detrás que es el tema de cómo defendemos a Cataluña o a España o a las dos.    De entrada, nadie las representa en exclusividad. Nuestra identificación con ellas puede adoptar muchas formas: entre el soberanismo y el cosmopolitismo cabe una infinidad de combinaciones de lo nuestro y de lo ajeno . Defiendo que no tenemos derecho a considerar un traidor a quien  sitúe el pensamiento soberanista como prioritario. He leído que Joyce, que tanto criticó a Irlanda, la quiso con más pasión que todos esos escritores que hablaban de chicas pelirrojas y prados verdes. Pues aquí lo mismo, quienes descalifican  a quienes  defienden el perdón como utilidad social, como mejor fórmula de concordia para encarar un difícil diálogo tachándolos  de traidores y antipatriotas se instalan en una pretendida y demagógica superioridad moral que no sólo impide la discusión democrática de la cuestión sino que demuestran que ,en la práctica, no es la búsqueda de soluciones lo que les preocupa sino sacar provecho de cualquier cosa; en este caso, de España.

                                    Enrique Monterroso Madueño

 

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