MORIR
DE CANCER O MORIR CON CANCER, HE AHÍ LA
CUESTIÓN
Llega octubre,
mes del cáncer de mama. La marea rosa volverá a inundar campañas y redes, y
justo estos días el cáncer de mama está siendo protagonista del penúltimo
debate social gracias a la SER que ha destapado un pastel maloliente. La Junta de Andalucía ha admitido graves retrasos, de
hasta más de dos años, en el diagnóstico precoz del cáncer de mama lo que ha
provocado que la enfermedad avanzara sin remedio en algunas de las mujeres
afectadas. Acaba de
decir Bonilla, riñéndole a su Consejera, que hay que afanarse en el tema
de la detección precoz del cáncer de mama. Eso sí, se lo ha dicho suavemente
como es él. Con mucha menos suavidad se lo están diciendo las propias mujeres
afectadas por los fallos en el sistema que se están haciendo públicos. Y se lo
está diciendo la oposición que llega a pedir la dimisión de la Consejera quien,
de forma osada ha llegado a pedir públicamente que manipulemos menos el tema de
la sanidad pública. Menos mal que lo dijo en la SER y estaba allí
entrevistándola Angels Barceló que la paró en seco y provocó esta riada de
críticas y censuras por doquier a sus
palabras malévolas y falsas.
Los
datos son preocupantes . Se estima que en España una de cada ocho mujeres
desarrollará cáncer de mama a lo largo de su vida, con una previsión de más de
37.000 nuevos diagnósticos para el año 2025. Pues bien, en esa cifra no están
las mujeres andaluzas afectadas por esos fallos que Bonilla , suavemente, sin
abrir mucho los labios, considera que hay que afanarse más. Aunque la tasa de
supervivencia a cinco años es muy alta , la enfermedad sigue teniendo un
impacto considerable en la mortalidad. O sea, que de suavidad, nada de nada.
Tras una cascada de testimonios de las víctimas de estas demoras, al
Gobierno de Bonilla sólo se le ocurre ahora establecer un “circuito preferente”
y “un buzón de sugerencias” para las mujeres que han sufrido estos retrasos,
con el objetivo de frenar cuanto antes el avance de los cánceres malignos que
pueden acabar muy mal. Eso sí , al mismo tiempo dice desconocer a cuántas
enfermas han afectado estas demoras masivas en los diagnósticos.
El tema es no grave sino gravísimo porque–
tal como reconocen los expertos- casi la
mitad de esas muertes podrían haberse prevenido y evitado si se hubiera actuado
antes y mejor. En el caso del cáncer de mama eso quiere decir básicamente que
el sistema público funcione.
Este
dato conecta con una verdad incómoda y es que el cáncer no es solo un asunto de
genética o de biología individual, sino
de políticas públicas. Es un asunto de desigualdad. No se trata
únicamente de decisiones personales -comer mejor, hacer ejercicio, hábitos
saludables etc-, sino de si existen o no condiciones materiales para poder
hacerlo. ¿De qué sirve recomendar una dieta saludable si los precios de los
alimentos frescos se disparan mientras los ultraprocesados llenan las
estanterías? ¿Cómo pedir ejercicio físico a quien vive en barrios sin zonas
verdes ni polideportivos públicos? . Y – aunque resulte contradictorio con lo
que ha pasado en Andalucía- ¿qué margen tiene la prevención cuando las jornadas
laborales y las dobles cargas de cuidados impiden siquiera descansar a las
mujeres? El cáncer de mama no surge de decisiones individuales aisladas, sino
de una exposición permanente, constante y masiva a factores de riesgo que las
políticas públicas vienen permitiendo durante décadas. Y es que , como dice el
informe de The Lancet “la desigualdad social es una línea
divisoria entre la vida y la muerte” porque el cáncer no afecta a todas las
personas por igual. Ni en su diagnóstico, ni en sus tratamientos, ni en sus
resultados. Quién muere de cáncer y quién vive con él depende en gran medida
del lugar donde se nace, del barrio en el que se crece , de los ingresos que se tengan y de si se tienen papeles y por supuesto del
color de la piel. Una vez más , la pobreza es el principal factor de riesgo en
esta sociedad .
Cambiémosla
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