BUCAREST 21-11-2025
Viajo hasta Cataluña para atender los
cuidados de mis semejantes más cercanos. Suelo decir que acaso los cuidados
sean la expresión más clara del amor, del amor más auténtico. De cuidados pero
también de coherencia van estas palabras que
me brotan estos días.
España tuvo no hace mucho tiempo un político
llamado Solé Tura. Uno de los llamados “padres de la Constitución” , comunista
él, jurista él, catalán él, ministro de
Cultura con Felipe González, profesor de
Universidad , escritor y un largo etcétera.
Además de todos esos méritos o de ese currículum hay una cosa que demuestra que
Jordi Solé Tura debió de ser un buen hombre ya que, cuando le llegó la enfermedad y la vejez, su hijo
Albert hizo en 2008 un documental llamado Bucarest que refleja su perplejidad como hijo
ante la vida plena de compromiso con la sociedad, de lucha política, de clandestinidad
y exilio de su padre. Como si quisiera demostrar a todo el mundo, después de su
muerte, lo sorprendido que estaba como
hijo de cómo había sido la vida de su padre ya que , al parecer, no lo había
reconocido antes.
He buscado hasta encontrar ese documental- Bucarest-
y me ha parecido interesantísimo, con el que Albert Solé, el hijo
del político, se convierte en padre de su padre antes de soltarlo en la
intemperie de la muerte. Que la historia, tal y como están las cosas, haya declarado obsoletos los ideales transformadores
por los que luchó Solé Tura no hace sino
señalarnos y acusarnos de hasta qué
punto hemos abandonado los principios en los que fundamentábamos tanta entrega
y sufrimiento. Con tanto coraje y generosidad. Con absoluta seriedad.
Otra cosa es que los hijos- con tanta
ficción- no siempre sepan entender esas
creencias en esas ideas; otra cosa es lo que la realidad ha hecho con esas ideas o lo que el mundo fake y la vida
fake han hecho con la realidad. Pero,
cualquiera que sea la causa y las consecuencias, el coraje y la generosidad para
defender esas creencias y esos principios siguen siendo coraje y generosidad. Al
menos, eso.
Conozco a jóvenes que no entienden la obsesión de los viejos con la salud: los
gimnasios , el aquagim, las caminatas, las visitas frenéticas al médico, la tiranía
de los pastilleros etc. etc. Esos
jovenzuelos no entienden que esa
obsesión de los abueletes por su salud y bienestar es el último signo de valentía y de
generosidad para con ellos mismos , los propios jóvenes. No piensan que la
salud, el bienestar, el pastillero en suma , es la ética de los viejos.
Cabe preguntarse a veces para qué sirve el
haber tratado de hacer bien los deberes
como padres de estos infanzones, tardojóvenes o adultescentes que existen hoy a
porrillo y que viven desentendidos de sus mayores. Cabe pensar a veces que ser bueno no sirve para nada salvo para hacer el ridículo y para
que, si eres no bueno, sino buenísimo, y si tienes una suerte espantosa y no has traído al mundo unos desalmados ,
cuando seas viejo o vieja tus hijos
acepten convertirse en tus padres y te bañen, te peinen, te limpien la caca, te den las pastillas y se rían
contigo antes de que tú les abandones en la interperie del mundo que les espera.
A fuer de ser realista, es lo máximo a lo que
podemos aspirar.
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