RETÓRICA DE CEMENTERIO 12-09-2025
Quizás de entre todos los
males que aquejan a este país nuestro llamado España uno de los peores sea el
de carecer de un partido de Estado basado en los principios del liberalismo, la
democracia cristiana y el humanismo que represente a una buena parte de la
sociedad española desde la moderación y la propuesta basada en la razón. Vamos,
lo que se dice un partido conservador como los hubo en otros tiempos de nuestra
historia reciente, no reaccionario ni
obsesionado en imitar los modos y maneras de la derecha más ultra en su
radicalismo e irracionalidad. No es lo mismo conservador que reaccionario,
dejémoslo claro. Es, a mi juicio, una
cuestión de Estado resolver, más temprano que tarde esta deriva de la derecha
española actual y recuperar dicho
espacio político por el bien del propio país y de la democracia representativa.
No hacerlo es caminar hacia un escenario en el que domine la sinrazón y se abra
paso un clima social guerracivilista del que conocemos-por desgracia- sus consecuencias tanto para la convivencia
pacífica como para el propio desarrollo y bienestar económico.
Un ejemplo de lo que digo
pueden ser las palabras de un portavoz de principal partido de la oposición en
la actualidad cuando, recientemente, ha
hablado que “ ha llegado la hora de
cavar la fosa del gobierno”. No puede ser más desgraciada su expresión. Todos
sabemos que las palabras no son inocentes y que no se tropieza uno con ellas
sino que, en general, se habla como se piensa y se eligen los vocablos más
adecuados y pretendidos para lo que se desea exponer. En este caso, cavar una fosa no es una metáfora política
sino una expresión punzante que lleva directamente a la memoria histórica de
los españoles apelando directamente al imaginario franquista de las fosas
comunes. Es un lapsus freudiano que delata un pensamiento del que lo dice y ,
lo que puede ser peor, del grupo político al que representa con su voz. Me
parece gravísimo y pienso que perjudica en la misma medida las pretensiones de
constituirse en alternativa al poder legítimo actual.
En el mejor de los casos es
una torpeza política superlativa pues no es acercándose hasta confundirse con
los propios franquistas como se puede conseguir el apoyo necesario en las urnas
sino hablando y proponiendo soluciones a los temas candentes que afectan
directa y gravemente al personal como la vivienda, la sanidad, la escuela pública
o la reducción de la jornada laboral. No es resucitando fantasmas o utilizando
el odio como combustible como se gana en credibilidad, en seriedad y en
oportunidad para acceder al poder. Si uno es demócrata, claro.
Por eso, las palabras de
este señor coordinador general de la derecha si cavan o socavan algo no es a un
gobierno ni a su presidente sino a la democracia. Y cada palabra como esta (que
no quiero repetir más) es como una palada de regalo a los más ultras a quienes
les estorba la democracia que quisieran ver desaparecida y que sólo la utilizan para acceder al poder. No
podemos blanquear el odio ni disfrazar una retórica de cementerio como si fuera
un debate político sin más. No. Esto es
claramente una estrategia equivocada que deben corregir quienes se
sientan conservadores y demócratas YA.
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