viernes, 5 de febrero de 2021

 

CABALLO GANADOR ( 05-02-2021)

Sin lugar a dudas el filósofo Salvador Illa es una figura relevante. Subrayo lo de filósofo porque para mí tal condición es indisoluble de la de político. Mantendría lo mismo si se tratara de un educador, de un profesor. La pedagogía es muy necesaria en el arte de transmitir pero imprescindible en la política. La hemos visto brillar, por su ausencia, en el panorama político español , en las instituciones pero también en la calle en los últimos tiempos. Pero en medio del lodazal, también hemos visto otras actitudes, otros estilos de comportarse como servidor público y este es el caso de Salvador Illa   en este año en que ha desempeñado  la complicada tarea de administrar la salud de todos en los tiempos del cólera.

Su figura me parece relevante a pesar de los juicios ambivalentes con que se está juzgando su  gestión : el reto era y es titánico,  errores ha habido pero homologables a las del  entorno y, sobre todo,  las responsabilidades en este asunto están compartidas porque este es un país a 17. Amén de que  las defensas del sistema sanitario están muy debilitadas  a causa de los recortes aplicados por los gobiernos precedentes  donde no abundaban los filósofos precisamente.

Pero Illa no es relevante sólo por eso sino porque su moderación, su talante y su estilo que   ha ejercitado en medio de una situación política española tensionada al máximo por mor de una oposición que no está sabiendo encontrar su camino. Alguien ha escrito de él que es un tipo serio, cortés y dialogante , cualidades que no estábamos acostumbrados a escuchar acerca de un político. Podían añadirse más elogios pero este artículo no pretende ser un panegírico. Baste decir que  su disposición permanente al diálogo han marcado un tono institucional con escasos parangones en la actual élite política española. Y alguien dirá : es un señor muy educado. Pero no. Es este un valor de fondo , no solo de forma. Porque el fondo en democracia está también en las formas.

 

Esta especie de  virtudes teologales de la política son esenciales para la vida pública española  —y, desde luego, para la de Cataluña—, pues el tono moderado y la disposición a escuchar es una clave de bóveda para la construcción del inmediato futuro que se va a dilucidar en Cataluña pero también en España.  

La prueba de que la figura de Illa puede resultar estratégica es observar cómo le atacan sus adversarios. Las nada bonitas palabras que le dedican lo que hacen es demostrar hasta qué punto les ha dolido. Su partido lo manda a Cataluña porque sabe que es un caballo ganador; porque el que tenían allí no daba el perfil que exige hoy el mercado electoral. Sus adversarios protestan porque esa decisión los deja con las vergüenzas al aire. La transversalidad puede derrotar al populismo que excluye y que etiqueta. Les “altres catalans” , como nos llamaban en los 80 a quienes desde toda España habíamos emigrado allí,  pueden ganar esta vez y eso los descoloca.

De manera que el efecto Illa interesa a su partido en particular pero el estilo Illa nos conviene a todos. Tengo la impresión de que , si la aritmética le ayuda, Salvador Illa está llamado a  ejercer un papel preponderante en el devenir de Cataluña y , por ende, de España. Tal cuestión puede ser considerada como  una cuestión de Estado. Que su talante , moderación y capacidad de diálogo  mostrado en el Parlamento español  se traslade al intoxicado escenario catalán es fundamental para intentar resolver “ la cuestión catalana”,  si no en una legislatura, en varias.

Nunca como ahora Cataluña ha necesitado tanto restablecer los puentes del diálogo primero entre los propios catalanes e inmediatamente después con el resto de España, diálogo distorsionado hasta ensordecer por los “ismos” de un lado y del otro.  Se tratará de una cuestión biunívoca , no basta con la actidud de una sola de las partes. Y ya sabemos cómo se las gastan en estos temas las derechas extremas cuando se trata de echar leña al fuego.  

Nunca como ahora Cataluña ha necesitado tanto de la pedagogía y de la transversalidad como herramientas para superar su bloqueo político y  social. La consideración de los rivales como competidores y no como enemigos, y la función pública como servicio, en vez del espectáculo al que otros nos tienen acostumbrados , es muy probable de que constituyan  una estrategia ganadora.

Ambas cosas se presumen en Illa. Ciertamente no le será fácil pero para el objetivo de  generar esperanza basta con que sea posible. Escribió Fernando Pessoa  que “el valor de las cosas no está en el tiempo que duran sino en la intensidad con que acontecen. Por eso existen momentos inequívocos, cosas inexplicables y personas incomparables”. A lo peor exagero pero para mí este es uno de estos momentos. Atentos.

                                    Enrique Monterroso Madueño

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