PAYASOS ( 15-01-2021)
Todo lo que van a oír a
continuación es ironía, un recurso al servicio de personas inteligentes que suelen escuchar la SER. No
entenderlo así sería un fiasco y no sería yo quien lo firmara.
A decir verdad, las imágenes del asalto al congreso de los EEUU no
causaron sorpresa, al menos entre nosotros, porque los actores, patriotas
blancos, llevaban tiempo preparando un potaje fascista que, como es sabido, es algo
que exige mucha elaboración, fuego lento y muchos ingredientes: Racismo, machismo, clasismo, patrioterismo,
emociones, fanatismo religioso, odios y mentiras. Todo en demasía.
Veamos cómo es el proceso :
Primero se prepara el terreno. Es la parte más laboriosa. Se requieren años
para ir identificando un descontento que podamos manipular. Sin descontentos no hay fuego, no
hay pasión. A partir de ahí comenzaremos por el lenguaje. Hay que empezar a
“llamar al pan, pan y al vino, vino”. Y , sobre todo, no pensar tanto y hablar claro usando palabras valientes: traición,
robo, confabulación, complot, gobierno ilegítimo, golpe de estado, rendición.
A continuación hay que
avanzar desde ese descontento a identificar un enemigo : hispanos, negros,
mujeres, perdedores, periféricos patrios que nos quitan lo que es nuestro. Aquí lo conspiranoico es
fundamental . Es preciso armar un barullo en el que mezclar la política con la
desconfianza hacia el gobierno filocomunista que no se ocupa de nuestros
problemas.
Imprescindible añadir el control del pensamiento a través de medios de comunicación debidamente engrasados
para hacer creer que son los demás los
equivocados . No es necesario el conocimiento y la información para tener las
ideas claras pues somos nosotros quienes tenemos la verdad. Hay que huir de palabras bonitas y técnicas porque levantan
sospechas. Y meternos en la cabeza que somos
la resistencia y hay que defenderse de un enemigo que quiere quitarnos algo que
es nuestro de toda la vida: el poder.
Los discursos que se hagan deben ser un enfrentamiento con el adversario
evitando todo lo que suene a moderación, a pacto, a diálogo, a punto
intermedio. Lo políticamente correcto se convierte en sinónimo de debilidad, de
pensamiento cobarde.
Llega el momento del último
hervor, de la movilización. Hay que
llenar las
calles de indignación. Demostrar que no se tiene miedo y comprobar
que las instituciones a las que nos enfrentamos son cobardes y nunca van a
plantarnos cara. Violencia de baja intensidad para demostrar que la calle es
nuestra ya sea por una pandemia, por una reforma educativa o por el derecho a la muerte digna. Ciertamente
no tenemos mayoría; pero sí tenemos el coraje
para ocupar las calles y proclamarlo así mientras los otros, cobardicas, nos miran desde las ventanas.
Nosotros marcamos los tiempos.
El potaje está a punto de servirse. Llega el momento final. El de los héroes o el de
los payasos. Los protagonistas habrán de ser los más radicales, los más extremistas, los voceros.
Están dispuestos a todo por salvar a la patria, así que a ellos les corresponde
el asalto, pasar de ocupar la calle a ocupar la sede simbólica del poder , se
llame Capitolio o Parlamentos.
Pueden ser militares o no; pueden ser jubilatas o
mediopensionistas, pueden ser pequeño-burgueses o lumpen; amas de casa o precariado. En cualquier caso nunca serán los gerifaltes,
los cabecillas . Esos se quedarán en casa a esperar, a ver si la mecha que
acaban de encender prende y la rebelión contra el poder establecido triunfa.
Si es así, saldrán a encabezar la marcha, a apaciguar los ánimos y
presentarse como la única solución al caos. Y si no lo es, si lo que pasa en el Capitolio o en el Parlamento no tiene éxito, si el fuego no se propaga , se
quedarán agazapados a esperar que pase el temporal. Y derrochando desfachatez denunciarán la violencia y los hechos
acontecidos mientras esperan la próxima oportunidad.
Y entonces los que dieron el paso, los que tomaron la calle y
marcharon hacia el Capitolio ocupándolo o
los que quisieran ocuparlo, los
presuntos héroes salvadores de la patria , se convierten en lo que eran desde
el principio: payasos con sombreros de formas y motivos ridículos.
Que ustedes lo digieran bien, me refiero al potaje.
Enrique Monterroso Madueño
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