Good
bye ( 22-01-2021)
Cuando
Donald Trump se paró frente a sus seguidores el pasado dia de Reyes 6 y los instó a ocupar el Capitolio diciéndoles que
le habían robado el partido estaba
haciendo lo que siempre había hecho: saltarle a piola la democracia.
La turba le creyó, lo que no fue nada sorprendente. Ya Platón
en la Grecia clásica advirtió de un
riesgo particular sobre los tiranos: que al final se verían rodeados de gente
que siempre les dice que sí pero que lo pueden llevar a la tumba . Trump ha
sido el presidente de la pos-verdad y la posverdad es pre-fascismo. Como los
líderes fascistas históricos pero también como las versiones locales que
proliferan hoy en día en países con democracias consolidadas.
El fascismo necesita la irracionalidad
del odio y para ello necesita la mentira. No es el engaño habitual de
muchos políticos. Es la intoxicación,
esos bulos de poca monta, pero provocadores y difundidos en gran cantidad que
se propagan como la mala hierba. El embrutecimiento que necesita el fascismo
solo se alcanza en estados emocionales extremos. Y
cuenta con el aliado de la ignorancia más profunda. Por eso triunfa más y mejor
en contextos poco informados. El fascista desprecia la información, el estar
bien informado porque considera que no es necesario para tener las ideas claras y opinar sobre lo
que no sabe. Rendirse a la ignorancia y llamarla Dios siempre ha sido
prematuro. Sin señalar a nadie, en general vivimos un culto a la ignorancia
alimentado por la falsa noción de que la democracia significa que “ mi
ignorancia es tan buena como tu conocimiento”.
El
peligro de políticos mentirosos e ignorantes como Trump y sus versiones
nacionales reside en que sus mentiras generan desconfianza en
cierta parte de la ciudadanía. Desconfianza en torno a hechos verificables y
desconfianza en las instituciones. La pandemia por covip en España como
ejemplo. Y esta desconfianza lleva a la
teoría de la conspiración: mucha gente implicada en una especie de complot y de
encubrimiento. Y de la conspiración , al fascismo. Esto lo arreglo yo de un
plumazo, frase típica de los iletrados.
Cuando
líderes políticos como Trump mienten de
esa forma compulsiva esperando que la ciudadanía les crea , lo que quieren decir es: crees mis mentiras, lo que me obliga
a repetirlas. Y para eso , nada mejor que las redes sociales que proporcionan una infinidad de pruebas
aparentes para cualquier cosa por grave que sea , especialmente si es sostenida por un líder carismático. Lo grave
es que la figura de Trump se ha replicado por doquier y ahora en cada país tenemos nuestros pequeños Trump que siguen su
patrón , lo que nos obliga a estar alertas , a defendernos de sus mentiras y a añorar
la democracia a secas.
Cuando
concedemos el poder a aquellos con el carisma y el gracejo como para embaucar a
la plebe es fácil caer en la política-espectáculo. Lo vimos palpablemente aquí
en Marbella con Gil. Sin un acuerdo sobre algunos hechos básicos, la ciudadanía
no puede formar una sociedad civil mínimamente seria y decente. Si perdemos las
instituciones lo que nos quedan son ficciones. La principal fuente de ficciones
son las redes sociales. Las redes sociales no son un sustituto de la verdad.
Todo lo contrario, hacen que no distingamos entre lo que realmente es verdadero
y lo que se siente y se percibe como
verdadero.
Pero ,
claro, todo puede tener su fin y acabar de forma no prevista. En noviembre de
2020, al llegar a millones de mentes solitarias a través de las redes sociales,
Trump dijo una mentira peligrosamente ambiciosa: que
había ganado unas elecciones que,
de hecho, había
perdido. La
importancia del asunto en cuestión era tan grande, tan grande ( nada menos que el derecho a gobernar el país
más poderoso del mundo) , que la otra parte de la ciudadanía refractaria a la
mentira reaccionó . El nivel de mendacidad era insostenible. Y por eso Biden ha jurado decir la verdad.
Lo que
queda por ver es si , tras la salida de Trump, la moralidad , la racionalidad ,
el sentido común y la verdad con argumentos vuelve a la política americana. Da la impresión de que, momentáneamente, van a ganar los buenos.
Pero la gran duda es el futuro de Trump
y del trumpismo en
la vida política estadounidense. Su frase de despedida no puede ser más
enigmática: “ volveremos ( así en plural) de alguna manera”. La clave está en
ese sintagma : de alguna manera. Atentos.
Enrique
Monterroso Madueño
22-01-2021
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