PABLO O DAVID 29-11-2024
¿Tenemos
la televisión que nos merecemos? Si nos ceñimos a los índices de audiencias, eso parece.
Otra cosa es que la manera de medir las audiencias nos parezca la más honesta
pero ese es otro tema. Debemos asumir algo que es primario y es que las empresas de
tv privadas se dedican a
ganar dinero. No les
preocupa nuestra salud, ni la educación, ni nuestro bienestar, ni la
información, ni nuestros derechos. Sólo buscan el beneficio . Absolutamente
legítimo. Fingen,
por ejemplo, con campañas publicitarias de proyección social, estar
concienciadas con el medio ambiente, con un buen uso de las redes sociales o
con la protección a la infancia. Y para eso usan a
rostros adecuados, conocidos y
agradables para protagonizar un breve anuncio que irá mezclado con mercaderías
varias . Pero su objetivo no es educarnos. Bastante tienen con entretenernos.
La gente cree que está informada pero que solo está
entretenida. Es un entretenimiento sedación. Guerras, pobreza, injusticias
,precariedad, corrupción …suelen presentase entremezcladas con programas que, a
lo Pilatos, se lavan las manos cuando se les señala y critica por los valores
que transmiten. Pero, ¿tienen ellos- la tv privada- la obligación de difundir
buenos valores para una sociedad de progreso, justa, solidaria, empática, o
somos nosotros, como consumidores, quienes tenemos que elegir mejor nuestro
entretenimiento y ser capaces de detectar cuándo se nos está comunicando un
mensaje tóxico o meramente simples consumidores que se lo tragan todo? Obligación,
desde luego, no tienen per se. Por ejemplo : ¿ son las cadenas privadas quienes
han de advertirnos que el azúcar o el alcohol son nocivos para la salud? Creo
que no. Sin embargo, la televisión pública sí ha de tener criterios éticos,
morales, saludables que rijan su programación.
A
diferencia de la radio, la televisión tiene el gran atractivo de tener una
audiencia infiel, un poco picaflor, en el mejor sentido de la
palabra. Los telespectadores zapeamos
cuando llega la publicidad, cuando el contenido no nos atrapa . Y lo que sucede
es que no nos encontramos con algo muy diferente en otra parte. ¿ Por qué? Porque nos
conocen de antemano y porque el negocio tiende
a uniformar. Repetir la fórmula hasta que otra audiencia millonaria indique el
formato a copiar. Lo estamos viendo con el combate entre Pablo o David , entre David
o Pablo. Ahí en esa horquilla , en esa tenaza quedamos abducidos como lelos.
Necesitamos
una televisión
pública que pueda ser la referencia frente a quienes, repito, legítimamente, la
plantean como estricto negocio.
La cuestión está en decidir entre o protegernos de los intereses mercantiles
priorizando la trasmisión de valores ,de
sentido crítico, de reflexión, de informaciones contrastadas y no
malintencionadas, independientemente de las audiencias, o intentar
competir con con los
contenidos libres de responsabilidad de la tele privada, que
necesita grandes audiencias para cobrar más caro el minuto de publicidad. La
disyuntiva es difícil porque Sé que es difícil porque las bajas
audiencias de las televisiones públicas siempre
alimentan el fantasma de la privatización, algo que a la derecha y a los
neoliberales les produce orgasmos. Pero, o empezamos a cuidar nuestra tele
pública, como hacemos con la sanidad o la educación, o estaremos perdidos. Bueno,
ya lo estamos en buena medida.
¿ O ustedes no están
atrapados entre hormigas y charangas?
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