MURIÓ CON
LAS BOTAS PUESTAS 20-12-2024
Ha muerto Marisa Paredes. Multitud de testimonios de colegas y
personal que la acompañaron en su despedida destacaron los valores de una mujer
, una diva , una actriz ejemplar, un todo. No muchos , sin embargo, se
atrevieron a expresar con fervor y sentimiento que se había ido una persona comprometida con los
valores de la izquierda, sobre todo en las dos últimas décadas, desde aquel
NO a la guerra de Iraq hasta ahora en
nuestros días con el regreso del fascismo pasando por los años de los recortes
sociales sufridos por los más vulnerables que pagaron la crisis del capitalismo
especulativo de 2008. Ella, dando la cara siempre , cada vez más guapa, cada
vez más elegante, cada vez más radical en el buen viejo sentido de la palabra, de ir a la raíz de los problemas. Más viejo,
más radical solía decir Saramago.
Mi
generación hace ya tiempo que llegó a ese momento vital en que escuchas
decir que ahora se muere gente que antes
no se moría. Pero, aunque ya tengamos canas, a mí y a la mayoría de mis amigos
nos ha impresionado particularmente la
muerte sin avisar de Marisa Paredes. Quizá porque con su vitalismo y su
activismo incombustible se había convertido en la encarnación de todos
esos abueletes septuagenarios y
septuagenarias que habíamos asumido ya cierto conformismo socialdemócrata pero
que , ante la pornográfica ruptura del contrato social en favor de los
neoconervadores más ultras que están invadiendo las calles, los platós, la
prensa , las redes y las instituciones
estamos reviviendo. Ante ese panorama, Marisa con sus 78 años , muchas Marisas
volvieron a cargar las pilas. Es el momento de decirlo bien alto.
La generación de Marisa Paredes es la mía. Sufrimos el franquismo
y buena parte de nosotros lo combatimos como pudimos en nuestros años mozos.
Con asambleas, huelgas y manifestaciones prohibidísimas. Con detenciones,
torturas y encarcelamientos. Detestábamos a un personaje que nos había robado
la posibilidad de vivir nuestra infancia, adolescencia y juventud como lo
hacían nuestros vecinos europeos franceses e italianos. Con libertades y con
derechos. Mucha gente ahora cree que la democracia salió gratis.
Después en los 70 fuimos tropas de choque callejeras de la transición
que dio luz la Constitución del 78 y
luego, en los años 1980 y 1990, nos dedicamos a trabajar con seriedad en lo
nuestro, cada cual en su oficio y profesión. Vivíamos ya en una España con unos
razonables mínimos democráticos, integrada en Europa y con un Estado de
bienestar en construcción. No habíamos alcanzado todos nuestros sueños
progresistas de juventud, pero lo conseguido no era poca cosa. Si currábamos
bien, tendríamos una vejez tranquila y segura, con pensión y asistencia
sanitaria. Si nuestros hijos estudiaban bien y no se despendolaban, tendrían
trabajos bien pagados y acceso a una vivienda propia. Quedaban muchas cosas por
arreglar, pero el camino trazado era prometedor.
Pero hete aquí que , llegó el siglo XXI y se puso patas arriba
muchas de los logros que habíamos conseguido. Ante ello, unos – los menos- nos
planteamos volver a las barricadas y otros- los más- prefirieron la poltrona o
el pasotismo; antipolítica le llaman ahora. Marisa Paredes estuvo entre los primeros,
entre los que decidieron dar voz a la inquietud por el regreso al teatro
nacional y mundial del autoritarismo y el belicismo, por el revisionismo
histórico de la negritud de nuestras vidas pasadas que creíamos superadas.
Por eso nos ha impresionado tanto la muerte de Marisa Paredes. La
veíamos como una diva que rejuvenecía con cada indignación ante la tropelía del
momento. Dábamos por hecha su presencia en los combates justos del ahora y del
porvenir. Pero no, ella era mortal. Mortal como todos nosotros. Se ha muerto
alguien que antes no se moría. Lo mejor que se puede decir de ella es que se ha muerto viva.
Buenas tardes y gracias por escuchar y tratar de aprender.
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